viernes, 21 de enero de 2022

PEREGRINO RUSO

EL STRAÑIK  PEREGRINO RUSO

 

Antonio Parra

 

 

Ya hemos dicho que NY es una ciudad mágica donde todo puede ocurrir y una de las vivencias que yo recuerdo es en una estación del metro del Lower East sombría algo mórbida y con esa iluminación de película de terror, pagado el token y habiendo introducido mi talle por el torno, vi por el andén paseando a un monje ruso. El inoj era alto y corpulento vestía una sotana grís sin cordones ni escapulario y una esclavina con vueltas de piel de zorro el pelo recogido atrás en un moño a la manera de los anacoretas del Monte Athos aunque en este las barbas no eran muy largas. Debería de haber llegado de alguno de esos famosos cenobios que conforman el anillo de oro que circunda como en cíngulo de plegaria y adoración a la vieja Moscú o provenía acaso del Caúcaso siendo uno de los famosos eremitas residentes en el Cenobio de Balaam cuyos “staretzs” o idumeos que es como se llamaba a los abades en la ortodoxia inspiraron a los grandes maestros rusos del XIX. Pero el personaje que vi yo en el andén de Wall Street ¿era un monje (inoj) o un strañik (peregrino ruso que hace su ruta)?

 De la misma forma que los literatos anglosajones son hijos de la Biblia y el Bookprayer Book y el Libre Examen los rusos son un producto espiritual de la Parábola del Buen Samaritano y del sembrador en el NT. Por eso, pienso yo, muchos de los libros de Tolstoi Turguenev Dostoyevski Chejov Andreiev o Gorki guardan una perfección melódica que tiene que ver con los trotarios y antífonas de la liturgia eslavónica. Chejov y Tolstoi eran asiduos visitantes de ese monasterio de Vaalam perdido en la estepa. Eran los tiempos del deshielo y no había comenzado la perestroika pero aquel religioso se encontraba allí recién aterrizado llegado desde la Rusia profunda o desde las socarrenas o recovecos de mi imaginación, no sé, porque Manhattan es una ciudad mágica.

 Al verle sentí una sensación extraña como si fuera el resultado de una visión o de un aparecimiento producto de mis muchas vigilias leyendo a los maestros rusos y a este respecto me había entusiasmado una historia corta de Antón Chejov El monje negro. Sin embargo creo que aquel personaje era real. Desapareció en uno de los convoyes y no lo volví a ver más. Seguramente había descendido las gradas del metro neoyorquino desde las cumbres célicas de la Gran Pascua Rusa como una proyección sinfónica del arte  de Rimsky Korsakov. ¿Era el Peregrino Ruso? En las subsiguientes dominicas asistí a la divina liturgia de una de las iglesias ortodoxas de Manhattan pero no encontré con el “padrecito” de aspecto rechoncho y que debía de ser ese diacono de voz maravillosa que hace la octava baja en los coros por ejemplo de la Ópera Boris Godunov de Musorgsky. Ciertamente debería tratarse de ese peregrino ruso protagonista de una de las obras de mística más importantes que ha producido la cristiandad.

El “Peregrino Ruso” es a los orientales lo que el “Kempis” es a los occidentales un instrumento de santificación y una escuela de santos o de personas que buscan la perfección mediante la imitación de Xto. El peregrino ruso como todos los grandes libros de la humanidad es de autor anónimo. Es una autobiografía del perdedor del borracho redimido que cuando le entran ganas de beber abre una página de los evangelios para no caer en la sima del diablo en la botella. Es un personaje que camina por los caminos de la inmensidad rusa cojeando, entra en las isbas, bendice a las balbuzcas (abuelas) y alguna vez hasta hace un milagro pero sobre todo camina por el mundo con una oración en los labios “Jesús misericordia, ten piedad de mí”. Es la plegaria hesicasta. Una misma frase repetida miles de veces. La palabra glorifica a Dios y al hombre lo salva.

El cristianismo ruso se basa en el canto y la tradición no en la especulación teológica. Fides ex auditu. A través de la oreja el mensaje divino entra en el corazón y los pies se ponen en movimiento emulando las gastadas sandalias del pescador y en acatamiento de la norma apostólica “no llevéis saco ni pera ni bolsa, no os preocupéis por el qué se ha de comer o beber; mirad las aves del campo ”. La vida del monje tiene algo de desapropio, de albacea testamentaria, un desasimiento, un defroque.  Igualmente al “strañik” le basta y le sobra un cayado, el libro de los evangelios, un mendrugo dentro del zurrón y unas pocas jaculatorias. Es el modelo del “inoj” o monje itinerante en oposición al anacoreta estático. Tanto el uno como el otro se sienten discípulos de Jesús. Occidente es apología y polémica gran pirámide y obra externa mientras el oriente es una huida hacia la belleza interior.  Por la senda de la filocalía que es una rama de la filosofía de los padres griegos. La exhuberancia y majestuosidad de Bizancio se enfrenta a la sequedad y rigor de los canónes latinos o los áridos manuales de moral. En cada caso una interpretación diferente de la espiritualidad otra manera de concebir el mundo. El peregrino ruso no se cansa de repetirnos constantemente que no dejemos de orar. Los textos sagrados son para él un talismán contra la presencia diabólica e incluso nos demuestra cómo a través de la lectura de pasajes del NT se puede llegar a abandonar la bebida. Radical. Haz el bien. No pierdas nunca la paciencia.

“No bebo ni vino ni sidra no me gusta la cerveza no tengo comercio con mujeres y asumo estas procedencias como fórmula de expiación de mis pecados” nos informa este pobre mendicante del siglo XVII que sirvió al zar como soldado quedó cojo en una pelea en una cantina vinolenta. Debía de ser uno de aquellos “raskolniki” o sectarios de una herejía fundamentalista que se opuso a al autoridad patriarcal moscovita. Iban de aldea en aldea y de isba en isba entonando el Akathistos bellísima himnodia mariana, una plegaria a la Virgen compuesta en Constantinopla en el siglo VII. Se atribuye la victoria sobre los escitas en tiempos del emperador Heraclio a la protección de la Virgen. La plegaria que consta de 24 estrofas se suele cantar de pie (de ahí el nombre de Akathistos) en cada una de las cinco cuaresmas en los templos ortodoxos.

 El peregrino ruso ya digo era cojo y tenía la mano seca pero adonde irá el buey que no are. Sanador misericordioso, imponía las manos, hablaba del Sermón del Monte a los desposeídos de la tierra a los mujiks de la gleba. Cristo se hizo amigo siempre de los de abajo. De los que conocen las adversidades y oprobios. Los que han de ir por la vida besando el látigo (knut) o encadenados a la gran armella de las cuerdas de presos camino de Siberia. De dolores sabe mucho el alma rusa. Que estuvo mirando a Cristo a lo largo de la historia. Se colocó bajo los brazos del crucificado. Lejos de él no hay salvación. Que quede bien nítido el mensaje en estos tiempos de prevaricación y de ataque a la religión predicada por el Galileo sin contemplaciones. Extra ecclesiam nulla salus. Fuera de la Iglesia no hay salvación.

Ni Mahoma ni Moisés ni Buda ni el Are Crisma. Jesús. Jesús. El misticismo del Peregrino inspirándose en la Escala del Paraíso que escribió un santo oriental nos dice que la vida de la santidad es un clímax (peldaño) de la renuncia. “Con frecuencia la infamia se cebará en el maestro y será necesario que soporte dolores y tentaciones en provecho de sus discípulos”. En espiritualidad el grado superior se gana no con lisonjas sino mediante el oprobio. Pero para soportar el sufrimiento que siempre ha de ser aceptado como expiación de nuestros pecados hará falta armarse con el coselete de la longanimidad. Únicamente el sufrimiento purifica y da autoridad.

 Sólo la cruz salva. Ese es el mensaje muy duro de aceptar y más en estos tiempos pero irrefragable. La literatura inglesa cuenta con una obra semejante pero escrita por un protestante, Bunyam. Se trata del Pilgrim Progress. También marca una serie de etapas antes de alcanzar la perfección del conocimiento. El puteschesveñik (viajero) suele dormir donde le pilla la noche. En los pajares o en los cementerios pagosti. Durante las largas jornadas va desgranando cuentas del rosario. Se le amontan en la cabeza los recuerdos de su vida. Hace memoria de su mujer que era algo casquivana e irreflexiva. De aquella noche en una taberna en que le robaron la cartera y el pasaporte. Esto era antes de su conversión. Ya hemos dicho que tenía el vicio de la bebida o aquella vez en que golpeado por un cochero (zvochik) estuvo a punto de perecer bajo las ruedas de un birlocho.

A veces confiesa que le embarga la nostalgia y que sus pensamientos se vuelven sombríos sobre todo desde que el diablo se le apareció un día metido en una botella de vodka. El alcoholismo es el azote del pueblo ruso y este libro ha servido para redimir con la abstinencia a los posesos por el infame vicio de la inmoderación etílica. Es de una sencillez y de una humanidad que estremece este buen muyik: “No sé si mi oración será acepta a los ojos de Dios pero cuando rezo siento una gran alegría y se me van los pensamientos malvados”. Por el contrario si le aflige la melancolía o se siente invadido por el flato de la desgana o el desconsuelo comenta que es una buena señal. El alma se está purificando. Siente una gran alegría al avistar desde lejos la torre de una gran catedral (sobor) con sus cúpulas de cebolla. El papel de la Iglesia ha sido, mírese como se mire, una tarea civilizadora frente a la barbarie. Roma. Bizancio. ¿Habrá una tercera Roma? En cualquier caso la respuesta es convertíos. Metanoite. Emigrantes, bautizaos. Vivimos en un mundo nuevo.

 Así nos informa que en la laura cenobítica de Pereskoia de Kiev, detecta como la presencia de una huella milagrosa. Amar es creer y sin fe ni esperanza la vida resulta muy triste, nos viene a decir. A veces en sus manifestaciones el Peregrino Ruso resulta conmovedor como por ejemplo cuando invoca a la Trinidad y pide a Jesús, hijo de Dios, que cancele sus culpas. Hay en el texto grandiosidad dentro de la sencillez y una gran congruencia así como ilación evangélica. Sus páginas son sencillas y sublimes. Todo lo bello es cristiano nos viene a decir. La belleza es hija de Dios y este es el gran secreto de la Filocalía que ha sido sólo entregada solamente a una de las tres religiones del Libro, al cristianismo. Las otras dos sus hermanas no sé por qué la calumnian y escarnecen tanto. Acaso porque sea la verdadera.

Ahora al cabo de muchos años y hojeando los deliciosos capítulos de este librito me pregunto cómo llegaría aquel monje ruso hasta la Ciudad de los Rascacielos desde las lauras de  los Urales donde se halla el monasterio de Vaalam. ¿Caminando sobre las aguas como buen discípulo de su Señor? No. Desde luego no era un espectro.  A Cristo se le puede seguir de muchas maneras incluso a la pata coja de taberna en taberna y de tugurio en tugurio hablando con las putas y con los borrachos pero abriendo a todos los humanos un horizonte de salvación. Soteriología pura. El monje ruso fue mi alfaqueque que pagó por mis rescates en una ciudad tan laica y entrañable como Nueva York desembarazándome de las garras de mi peor enemigo que soy yo mismo.

 

16/01/2007                

 

jueves, 20 de enero de 2022

histeria atlántica quieren la guerra en El Este

Dia de Santa Inés la mártir siciliana, quieren crucificar de nuevo a Rusia yo que sé. Las radios ladran contumelias y mentiras y la ministrilla Maggy Oaks trata de quedar bien mandando dos fragatas al Mar Negro y aviones de combate españoles a Bulgaria. ¿Qué pasará cuando empiecen a llegar ataudes de soldados caídos en combate? La histeria bélica se ha apoderado de nosotros en estos hermosos día de enero heladas y luna llena. Fuenteovejuna todos a una la voz de su amo. Aceptadas las consignas, muestran fotos simuladas de que los rusos están levantando gente en la frontera de Crimea y preveniendo tanques y artillería cohetera. Falló la revolución de Tayikistán embalada por la CIA como regalo de epifanía y ahora suena otra vez el grito nazi de aquel cuñadisimo de Franco "Rusia es culpàble". Estamos en las mismas. Mientras tanto la televisión moscovita sigue mostrando serenamente a sus bailarines a sus nuevos hospitales a las estadistidicas de la peste y a las nuevas máquinas de guerra del arsenal ruso que al paracer es bastante importante. Hay un dato que a mí me hace pensar sobre el desenvolvimiento de la crisis y es el silencio de Israel (el clan sionista de Washington es el agente secreto de la movida y parece haber una aproximación a Putin, pero callan en Jerusalen) ¿Tienen miedo? Los judios tienen un instinto innato de supervivencia para saber donde está el poder y ahora no las tienen todas consigo porque Europa en una confrontación con Rusia, con, Iran, con Siria, con los chinos, Nicaragua, Cuba, Venezuela puede ser la pira dsonde el mundo sc queme. Sería el único y verdadcero holocausto. Y ese carcamal Biden no cuenta con el respaldo del pueblo norteamericano sumido en una crisis económica y social. Así que veremos a ver.

martes, 18 de enero de 2022

 

LA MUJER DE LA LIMPIEZA

Llegaba a eso de la media tarde. Tenía los ojos grandes e indagadores y era fea quizá por eso la había dejado su marido. Cuando hablaba siempre decía algo mortificante y era analfabeta pero en punto a malicia una superdotada. Hay seres humanos que por posesión diabólica o lo que fuere parecen haber nacido sólo para traer la desgracia y la discordia a este mundo y Promisoria que así llamaban a la ínclita pertenecía al cupo de mujeres malas sin ser lo que se dice prostitutas que si putas fueren al menos tendrían alguna capacidad de amor, que ésta ni eso. Mal pensadas suspicaces y que consideran que el hombre es su enemigo. Ya la tienes ahí en eso una mosca cojonera y no sabía como reaccionar ni que decir. 

A lo largo de su vida se había encontrdo con este tipo de señoras a las que les caía mal sencillamente. El mundo es imperfecto

Era el dia de san Miguel y pasó inquieto todo el fin de semana. Se fue Mardelo. Un pajaro que abandonaba el nido. Su marcha le dejó una sensación triste y elos ojos grandes almendrados inquisitivos de Promisoria le peerseguían. No le dejaban conciliar el sueño. Tenía que callar. Había colocado un posit en un angulo de su ordenador con una frase del Eclesiastés escrita: Canta et sile. Canta y ten silencio.

 Tal recomendación quizá les hiciera bien a los monjes pero él no era un monje. Dios le había enviado aquellos trabajos de encontrarme medio exilado en su propio país y en su trabajo donde no exitía compañerismo de ningún tipo y era todo el egoismo.  ¿Qué habré hecho yo para merecer este castigo? 

Se preguntaba con cierta frecuencia y parecía qwue la mente se le bloqueaba y tenía ganas de comer y deseos irreprimibles de fumar. Tenía que agarrarse a algo y notaba cómo la hierba le crecía bajo los piés. Que le faltaba el aire y los asideros. Escuchaba voces extrañas, y le parecía estar protagonizando una novela que él había escrito hacía bastante tiempo. Estamos solos en el universo y todo este absurdo formaba parte de una conjura. Estaría volviendose loco? 

-Promisoria, Promisoria...

 La voz de una de las guardiesas del edificio que parecía la casa donde no se come ni se bebe un edificio kafkiano porque erl novelista checo no ha muerto y habita entre nosotros a través de la conjura de sus libros que nos recuerdan que estamos siendo sometidos a procrdo y que vualquier días de estos nos vamos a volver escarabajos llamaba a media tarde dfesde el descansillo.

         -Propterea, Propterea.

La otra se hacía la sorda pero al fin de mala manera contestaba:

         ¿-Qué?

Aquellas voces estentoreas lejanas y estridentes pues la guardiesa tenía la voz fea. Era retaca y algo hombruna siempre en paqntalones le recordaba el maullido de los gatos en celo. Quen sería el bujarrón y quién el bardaje? Ahorfa parece que vale todo

        

 

 

 

 

 

 

CENTENARIO DE FRANCISCO DE ROJAS. DEL REY ABAJO NINGUNO

 

Antonio Parra

 

El honor, la honra, los celos hasta los cielos, violencia de género, malos tratos, vejámenes, la maté porque era mía etc., un tema actual pero que en realidad es tan antiguo como el mundo y que sería venero de inspiración para el gran teatro de nuestro Siglo de Oro. Lope de Vega lo acomete poniendo a contribución toda su carpintería escénica. Lo perfecciona Calderón pero el género alcanza su apoteosis dramática en un autor que ha pasado por segundón y cuyo cuarto centenario se conmemora este año: Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648). Nacido en Toledo murió en la Villa y Corte a mano airada. Entre medias, una mujer y un marido engañado. Hay un estro profético en la buena literatura. A veces los vagos presentimientos, ese quid divinum e inefable del genio, que se pergeñan en los libros se trasladan a la vida real  en hechos concretos y Rojas Zorrilla perdió la vida de la misma forma que  uno de sus personajes: don Mendo el antagonista de su famoso drama “Del Rey abajo ninguno”. La trama es muy sencilla: el honrado labrador García del Castañar- presentación- que toma parte en el asalto a la plaza de Algeciras es recompensado por Alfonso XI con un mayorazgo.

El rey o alguien que se hace pasar por el monarca va a visitar al vasallo, retirado a sus posesiones, a su aldea donde pasa su modesto vivir, ni envidiado ni envidioso villano en su rincón, en la paz del campo, ajeno a que tan alta visita iba a traumatizar su existencia al completo. El labrador honrado como es natural lo agasaja con hidalguía pero al parecer el invitado abusa de su hospitalidad. He aquí que una noche ve salir de los aposentos de su esposa a un caballero que llevaba la banda (una especie de estola cruzada que era el distintivo de la dignidad real entre los monarcas castellanos) regia. El marido burlado sale en pos del intruso pero no es capaz de alcanzarlo y quiere matar a su esposa que se acoge bajo la jurisdicción de Alfonso XI en Toledo. Aquí viene el nudo de la cuestión: los sentimientos encontrados de Rodrigo entre la lealtad al soberano – y entonces se consideraba a la monarquía institución de derecho divino, por lo que el rey tenía potestad sobre las vidas, cuerpos y haciendas de sus súbditos, el derecho de pernada incluso- y lavar la mancha inferida a su honra pugnan entre sí. Asistimos a la cumbre dramática del “pathos”

Realizadas las debidas pesquisas ( aquí viene el desenlace) , el marido engañado descubre que el burlador de su mujer no era don Alfonso sino un tal don Mendo que se había  hecho pasar por el rey, colocándose su divisa o la insignia real para acceder a los aposentos de doña Blanca. La pobre señora, tratándose del monarca absoluto, no se podía negar a sus halagos. He aquí otro dato curioso: en el paroxismo del absolutismo muchos maridos se sentían halagados en consentir el acceso carnal de su esposa con el soberano y es por esto por lo que a Felipe IV se le llegaron a contabilizar hasta ochenta vástagos naturales. Y estamos en España, la tierra del honor calderoniano, oiga. Un país enigma. Rodrigo va en busca de Mendo lo desafía y lo mata y con la espada tinta en sangre se presenta ante Su Majestad y recita los famosos versos que sirvieron para caracterizar el aferrado temple castellano:

 

-“En tanto mi cuello esté

 Sobre mis hombros robustos

 No he de permitir me agravie

           Del rey abajo ninguno”

Famosa frase que hizo raza pero la honra ¿Dónde la tenemos los hombres? En las partes blandas, por lo visto. No es una creencia cristiana. Se trata de un concepto germánico que imperó entre los pueblos al otro lado del Elba y de ahí pasa a Roma. Los nazis la incorporan a su vocabulario con su Blut und Boden. A fin de cuentas no deja de ser un contrasentido que los hombres tengan que ser responsables de los desvaríos, en cuanto personas libres, de sus mujeres o de sus adoradas, pues son ellas las portadoras de honra y la transmiten a través de la sangre. No es más que una hipótesis pero en muchas partes se admite como un dogma. Va contra el libre albedrío.

Entre los semitas no se puede reparar la ofensa sino meditante la muerte del culpable. Para  los musulmanes mancillar el honor de una mujer se considera una catástrofe familiar y todo el clan  ha de acudir a las armas, un atavismo que se encuentra también entre los gitanos; que sólo saben lavar el honor a puñaladas.

 Los turcos matan a aquellas mujeres que son forzadas, ora consintientes, ora refractarias. Y los judíos dilapidaban a las putas. Fue Cristo el que las rescata. El que esté limpio de culpa que tire la primera piedra. Y esta frase pronunciada en latín culmina el apoteósico tercer acto de la tragicomedia Divinas Palabras, todo un monumento a  la literatura castellana de Valle Inclán el as de nuestros escritores modernos –siempre genial y a la contra- y cuya grandeza frisa a la altura de Quevedo y de Cervantes.

 Más moderno, don Ramón el de las barbas de chivo el corazón esponjoso y los ojos miopes, pecador y católico se enfrenta a esa idea de la honra y de los crímenes pasionales eje de marcha de gran parte de nuestra dramaturgia y nuestra novelística, cuando hace pronunciar a un ex seminarista, marido engañado y borrachín, y seguramente una proyección biográfica de sí mismo porque Valle llegó a ordenes menores en el seminario de Santiago, una sentencia de absolución a la pecadora aunque en ese gesto le fuese la honra. También don Ramón era aficionado a los vapores báquicos, fue bohemio e infeliz pero nadie ha sabido insultar con tanto garbo a los imbeciles como este gallego maestro de la sintaxis y la cadencia.

 Ceceaba pero su lengua era una auténtica navaja y le dejaron manco por cantar las verdades al lucero del alba. Aquí rebana los clásicos por boca del sacristán engañado, Pedro Gailo que llega a rescatar a su mujer la pobre Mari-Gaila pisándose la sotana (y los cuernos, como alguno canta) de las garras de sus verdugos, el pueblo fiel, la gente decente y de buenas costumbres. Muy católico pero cruel, que tuvo a gala el auto de fe para quemar herejes y esparrancar su saña contra la mujer caída. Siempre pegan en el más infeliz. Las grandes cortesanas del país se van de rositas. Qui sine peccato est vestrum, primus in illam lapidem mittat. Divinas palabras que absuelven y perdonan. Divinas palabras en latín. Y no son un latinajo, como algún buitre maligno envidioso poltrón y emulador nos pueda echar en cara, sino una frase redentora. Pocos entenderán este lenguaje de perdón. Están encastillados en su insolencia y en su vulgaridad. Por otra parte. Es posible que el centenario del Rey abajo ninguno pase en inadvertencia. Aquí lo que manda es Shakespeare.

 Y el inglés es muy grande pero a veces resulta un coñazo y aburre a las ovejas. Uno personalmente encuentra más solaz en los versos bien cuadrados, de los que dice don Marcelino M. Pelayo que frisan la perfección al borde entre la ternura y el deber trágico, de este Francisco de Rojas Zorrilla que no nació en Strafford upon Avon. Era toledano. Uno de la provincia del bolo y al que pudiera catalogarse por la buena hechura de sus argumentos en las comedias de atadero y la facilidad versificadora el “Cisne del Tajo”. Los temas de los que escribía hace cuatro siglos mantienen una actualidad perenne: la problemática de las relaciones de hombres y mujeres, el orgullo de casta, la lealtad al rey y a las instituciones. Las lenguas del mundo que cuentan lo que pasa y a veces lo que no pasa, siendo el hilo conductor de muchas tragedias familiares y de que se deshagan  muchas casas.

Y enfoca la problemática desde el ángulo de vista de un español total. Claro. Rojas era de la provincia el Bolo. Y caballero en Madrid al que mataron en una emboscada. Su corta y fecunda vida fue también una comedia de capa y espada. Y su vida y su obra inspiraron a Valle Inclán para llevarle la contraria. “Tendrás honra si la matas”. “Sí, honra y cadena de cárcel”. Pedro Gailo es la antitesis del calderoniano Pedro Crespo. No se considera un alcalde de Zalamea ni un don García de Castañar. Prefiere un caneco de aguardiente y cantar latines a salvar el mundo. No es un caballero sino un pícaro a la moderna que lleva una existencia sórdida entre titiriteros y fue un titiritero el que fornicó con Mari Gaila según el tieso y repulido lenguaje valleinclanesco.

 En cierto modo don Ramón presenta a un héroe mucho más heroico y si se quiere más cristiano en su abnegación que el del cliché calderoniano. Marañón parece darle un poco la razón cuando afirma que el enaltecido don Juan tan señor de su casa e irresistible a las mujeres resulta que era algo marica. Siempre a vueltas sin salir del laberinto. El machismo es una aberración contra la mujer como también puede serlo el feminismo a ultranza de esas reviragos que el otro día coreaban cerca de los leones de las cortes que les miraban un poco asombrados la canción guerrera del “ista, ista”.De donde saldrían las corifeas?

-Ni se sabe. Pero vive dios que eran coro y eran feas.

Y esto, señoras, no es una guerra. El hombre y la mujer no tienen porque enfrentarse en las trincheras ni hacer de los dormitorios un territorio de combate o las relaciones conyugales un campo de batalla, tal vez tengan que complementarse y leer un poco más a los clásicos. Digo yo que soy periodista.

-Ista, ista.

-Cállense por favor. Taceat Mulier in sinagoga. El dicho es de san Pablo.

-Pero Emeterio en que país vives. Me parece que no van a hacer ni puto caso.

-Todo se quedarían exhortaciones y reprimendas. Por lo menos si repusieran la obra “Del Rey abajo ningún” en algún corral de comedias lo pasaríamos pipa amen de honrar a Rojas en el cuarto centenario de su orto.

 

 Balnea Roma amaba los baños feigidarium y caldadiun orilla Del río Tajo Se me aparecen Las ninfas De Garcilaso Piedras en Trillo Con