miércoles, 8 de diciembre de 2021
EL OBISPO DE SEGOVIA SUPRIME LA CATORCENA PARA COMPLACER A LOS JUDÍOS
LAS FIESTAS de la Catorcena se celebraban en la Ciudad del Acueducto desde tiempo inmemorial para festejar un milagro eucarístico. Había en Segovia un rabino que se llamaba Muir que odiaba a Jesucristo, detestaba la cruz y la religión católica. Era un hombre muy rico, el más rico de la ciudad prestamista y usurero. Era acreedor del sacristán de la iglesia de San Facundo que le debía setenta mil maravedíes. No se los podía pagar pues era más pobre que las ratas. "Si no pagas lo que debes te meto en la cárcel o te mando a mis corchetes que te pegarán una paliza". como no pudo cobrar su deuda don Muir maquinó algo diabólico. Los cristianos comen a su Dios y luego se lo beben crudo. Sólo a un loco se le puede ocurrir el invento de semejante farsa como es la eucaristía, pensaba aquel malvado hijo de Abrahán.
Le propuso su plan al sacristán de la parroquia de san Facundo a la cual pertenecía la casta más noble visigoda segoviana todos ellos gente de alcurnia y cristianos viejos: "Si tu me entregas el copón, parte de tu deuda quedará saldada".
Esto hizo y así fizo el pobre sacristán que una noche entró en la parroquia abrió el sagrario tomó un copón y se lo dio al hebreo. Ése se lo llevó a la sinagoga y allí organizó con los suyos una tenida. Mandó calentar aceite hirviendo en un caldero y echó dentro las sagradas formas. Ante su sorpresa, éstas en lugar de bullir empezaron a subir ascendiendo hasta el techo quebrantando las leyes de la gravedad. Se produjo un estallido en las paredes y de pronto se abrió un boquete en el techo de la sinagoga que flotó como una nube iluminada abarcando todo el skyline. Fue a parar al convento de Santo Domingo donde a un novicio le iban a dar la extrema unción. Consumida en el paladar del moribundo, éste sanó. El rey don Juan II mandó llevar preso al rabino y sus cómplices. Don Muir murió en la horca y desde entonces 1410 hasta la fecha en las catorce parroquias con que contaba Segovia una cada año se celebraba la fiesta eucarística de la eucaristía. Parece ser que esta fiesta nunca fue del agrado de los cristianos nuevos que son muchos allí y han conseguido del obispo un tal monseñor Franco (hay Francos buenos y Francos malos) que la catorcena fuera suprimida. sin embargo, en fechas recientes hubo tumultos en la villa cuando unos obreros del Ayuntamiento donde ostenta la vara una tal Luquero, que fue señora de la limpieza, mandó quitar una lápida conmemorativa del milagro pintada por Zuloaga. Un grupo de personas enardecidas se opusieron a la arbitrariedad municipal empezaron a proferir gritos contra los judíos y a favor de la eucaristía. Viva Jesús sacramentado. Viva y de todos sea amado. La alcaldesa retiró la orden pero cualquier día de estos la lapida del maestro Zuloaga en la rinconada de San Facundo casi frente a la sede del antiguo Adelantado de Segovia cualquier día de estos desaparece. Son cosas de la memoria histórica.
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